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Ella oró, Él oró... Dios los unió.

  • yjcax16
  • 5 may 2019
  • 3 Min. de lectura


Ella temerosa de Dios, humilde y sencilla. Él valiente, divertido, aunque con algunas grietas tras haber sufrido tantos fracasos; pero eso no le impidía sonreír. Ella vivía con la ilusión de poder encontrar a alguien que encajase en su rompecabezas... Él servía a Dios día y noche. Ella conoció de Dios y se enamoró de una manera inexplicable. Llegó el día que la luna y el sol formaron un hermoso eclipse en el cielo, el día en que él y ella se encontraron. No podían explicar como una simple sonrisa pudo cambiarlo todo. Él no entendía lo que le estaba pasando, ella sólo sonreía, sabía que era amor... No bastó solo con verse. En el momento en que nadie estuvo para darle la bienvenida, él se le acercó y con un simple gesto de amistad la recibió muy amablemente... Pasa un día, pasa otro, ellos se veían continuamente, pero no bastaba sólo con verse. Pasa aún más tiempo, él ya se acostumbraba a verla, ella igual... Ella por fin hizo amigos, pero no olvidó que cuando nadie estaba, él bastaba. Empezaron a compartir palabras. Él resultó ser mucho más de lo que ella pensaba, empezó a latir su corazón cada vez que lo veía, ella no tenía mucho que contar pero lo poco que contaba lo enamoraba. Ambos se gustaban, pero ninguno era capaz de admitir lo que sentían mutuamente. Ella pensó que la mejor decisión era orarle a su gran amor para que se hiciera no como ella quería, sino como Él decida; por otra parte estaba él, con una confusión enorme en sus sentimientos, tenía miedo de ser dañado como ya lo había sido antes, quería darle aún más tiempo. Ella continuaba doblando rodillas, sólo su gran amor sabía que lo hacía. El tiempo pasaba y el seguía con el mismo sentir, así que acudió a Dios como único recurso, desde ese día oraba día y noche por esa joven... Ciertamente las diferencias entre ellos eran innumerables, pero había algo mucho más grande que los sostenía, que hacía que ese amor creciera cada vez más y más. Empezaron a llegar a ella rumores, cosa que por un momento la desanimban a seguir luchando esa batalla. El empezó a tener un comportamiento raro y empezó a tomar distancia de ciertas personas hasta de ella, pero a la vez sentía que no era lo correcto... Nuevamente volvió a hablarle, puede que la distancia halla sido de gran ayuda, ahora estaban mucho más juntos que nunca. Era inevitable ese Click que hacían al verse cara a cara, era maravilloso ver ese brillo en sus ojos y esa sonrisa de oreja a oreja. Ciertamente él tenía muchos defectos, pero a ella no parecían importarle. Y por más que él quisiera verlo de otra manera ella no era el prototipo de mujer que muchos querían, pero si una muy buena compañía. Empezaron a verse mucho más allá de la rutina, esas charlas a luz de la luna hasta madrugada eran lo mejor que pudo haberles pasado, huvo aún más acercamiento, sanamente y siempre llevando por delante el respeto que ambos se tenían. Él nunca llegó a tocarla, bastaba simplemente con verla sonreír, ella nunca llegó a seducirlo, sabía que si era la persona correcta tendría que quererla así tal cual era ella y poner a Dios sobre todas las cosas. Era aún más grande su búsqueda, hubieron personas que no les gustaba el hecho de verlos juntos, trataron de separarlos, pero había algo muchísimo más grande que los mantenía juntos. Abundaron las charlas sobre el gran amor de ambos y se sinceraron acerca de muchas cosas, él le contó algo que sólo él y el Padre sabían, ella se maravilló y se preguntaba "cómo es que tuvo la confianza para decirmelo?" ella mucho más adelante tuvo la confianza como para contarle algo que la hirió mucho pero era la razón por la cual era muy fuerte, él no la juzgó, al contrario entendió su situación. Era cada vez más grande la confianza que había entre ambos. Continuaron los clamores, ella llegaba desanimada y se iba con una inmensa emoción al saber que él estaba bien. Seguían orando, día y noche sin parar. Lo más bonito era que ellos oraban juntos a Dios y no se daban cuenta que desde el primer momento Dios los había escogido, en momento exacto Dios los puso en el mismo lugar y en el momento exacto Dios los unió. Es tan increíble como Dios hace y permite las cosas... Esa hermosa experiencia fue principio de una hermosa relación por lo cual tenía como único fin y propósito el matrimonio. El amor es sufrido; y por más que ambos pasaron por infinidades de cosas para poder por fin llegar a su objetivo, Dios los bendijo.





 
 
 

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